(Kata Aguirre, 42, vive en Perico, pcia. de Jujuy, desde hace más de diez años. A pesar de su distrofia muscular y gracias a la ayuda de su familia, esposa e hijos, honra a la vida. Es artesano y escritor con un mensaje muy comprometido. ¡Gracias, Kata, por honrarme con tu amistad! Aquí nos regala un poema de su primer libro Colores del Pensamiento)
Hazlo por mí
A ti, que estás tan triste: no te pongas así.
Corre, salta, ama. Hazlo por mí.
A ti, que estás con pena: no te pongas así.
Sube a un árbol, grita, canta. Hazlo por mí.
A ti, que estás con amargura: no te pongas así.
Camina, baila, sonríe. Hazlo por mí.
En mi silla de ruedas río, canto y soy feliz.
Entonces sube a un árbol, camina, baila, corre, salta.
Hazlo por mí.
Para los que aman la vida.
Desde mi mundo, yo por vos
Y desde el tuyo, tú por mí.
Catalino Aguirre
A la comunidad argentina en “la diáspora”.
A todos aquellos que partieron un día, huyendo de las crisis o en pos de un sueño. A quienes añoran algún rincón de nuestro suelo. A quienes dejaron atrás familiares y amigos. Les entrego este puñado de cuentos con la esperanza de que les sirvan como maná para el espíritu, de que se sientan identificados con algunos de los relatos y de que compartan conmigo sus comentarios y sus propias anécdotas para convertirlas en nuevas historias.
miércoles, 21 de febrero de 2007
martes, 13 de febrero de 2007
Doña Pancha y las pasteras
G _ Hace un tiempo, en Frayventos, Uruguay, se está construyendo una fábrica de celulosa de papel – comúnmente llamada pastera. Hay otra proyectada pero todavía no se sabe dónde la van a instalar. Resulta que va a ser altamente contaminante y va a destruir el medioambiente, la flora y la fauna entrerriana y uruguaya, porque al parecer los empresarios no quieren utilizar los métodos de depuración de fluidos de última tecnología por ser muy costosos...
DP _ Ha aro, mi hija, ha aro! Pará! De too este palabrerío de Añareta lo único que creo que entendí es que les van a matar a tuito´ los pirá del río y a tuita´ laj ivoty de los campos y que mi gente anga ya nunca más va a poder irse en el ysyry a refrescarse en Ara haku y que ni siquiera van a poder sentarse a tomar Kaýgua debajo de un paráiso, canejo!
sábado, 10 de febrero de 2007
Trampax
Poco tiempo había transcurrido desde aquel trágico once de septiembre. Y la sociedad estadounidense estaba presa del pánico a causa de los reiterados ataques mediante correspondencia infectada con la bacteria del ántrax en laboratorios clandestinos. Los noticiarios recogían el miedo y lo transmitían al resto del mundo.
Y fue así que también en nuestro país se tomaron mayores medidas de seguridad. Con el antecedente de los dos atentados durante la segunda década infame, y aunque nuestras relaciones carnales con el Imperio ya no eran tan apasionadas ni nuestro alineamiento tan irrestricto, no estaba demás tomar ciertos recaudos.
La televisión argentina reflejó profusamente el drama que se vivía en el país del norte, no sólo a través de los noticieros, sino incluso en programas de entretenimiento. Y es de imaginar el efecto de semejante bombardeo de noticias: incertidumbre, preocupación, angustia en la población, en especial, en tantos adultos mayores que pasan gran parte del día frente a la caja boba.
Fue en esos días que, a la hora del almuerzo, sonó el portero en la casa de mi abuela. La Nonna nunca se llevó bien con la tecnología y, en lo que a este mecanismo eléctrico respecta, siempre se las arregla para no entender a quienes llaman ni para hacerse entender cuando responde.
Ese día lo único que oyó fue: “...del laboratorio.” E inmediatamente el terror la paralizó como a aquellos ciudadanos del norte. Era tal la sugestión que tenía por tanta carta con ántrax que veía en los noticieros y demás programas que al oír al empleado postal creyó en un inminente atentado. Decidida a rechazar a ese emisario fundamentalista, lanzó una descarga de vituperios ininteligibles a través del portero, repitiendo con tozudez: “¡Váyase, váyase! ¡Non queremo´ nada de ningún labboratorio!”
Pero entonces advirtió que el perro ladraba en el patio interno de la planta baja y conjeturó que el terrorista habría tocado también el timbre de mi casa. Y, sin dudar, se precipitó al balcón, mientras se agarraba la cabeza, para intentar advertirnos que no abriéramos la puerta ya que seguramente se trataba de un ataque con “Ántrase”.
Mi padre ya había salido por el pasillo para atender al cartero; el perro los aturdía con su voz de trueno. Pero la Nonna se desgañitaba para imponerse, y por instantes lo lograba: “¡Non sálgano, que es el Ántrase!” A esa altura, mi madre gritaba desde la cocina para acallar a la madre y al perro. Los italianos, en especial del sur, sólo parecen poder comunicarse utilizando un monotono: el alto.
A todo esto, el Nonno, sentado a la mesa, terminaba de comer la fruta. Más bien parco, el polo opuesto de su esposa, siguió con atención los acontecimientos y cuando vio un resquicio en la gritería se acercó al balcón con la misma parsimonia con que había pelado la manzana y le comentó a la Nonna: “¿Oh Tara, no serán los del laboratorio que me traen l´insulina?”
Y de pronto a la Nonna se le corrió el velo y cayó en la cuenta...demasiada televisión; se había dejado llevar; después de todo Estados Unidos estaba muy lejos; era poco probable que Bin Laden nos tuviera en el listado de sus enemigos. Estábamos a salvo de todo, ¡excepto del papelón!
En un vano intento por corregir el rumbo de la situación, la Nonna se apresuró a los tropezones hasta el portero: “¡Señore cartero, espere, espere que ya bajo!” Pero era demasiado tarde: el perro todavía gruñía con los pelos de punta, mi madre resignada y sonrojada había empezado a lavar los platos y mi padre entraba de vuelta con los frasquitos de insulina humana que el laboratorio B. entregaba por una promoción. Ya el cartero se había alejado en su bicicleta para seguir con el reparto, se me hace que, con una sonrisa en los labios, porque entre miles de anécdotas quizás nunca haya imaginado que lo confundirían con un miembro de Al.Qaeda.
Y fue así que también en nuestro país se tomaron mayores medidas de seguridad. Con el antecedente de los dos atentados durante la segunda década infame, y aunque nuestras relaciones carnales con el Imperio ya no eran tan apasionadas ni nuestro alineamiento tan irrestricto, no estaba demás tomar ciertos recaudos.
La televisión argentina reflejó profusamente el drama que se vivía en el país del norte, no sólo a través de los noticieros, sino incluso en programas de entretenimiento. Y es de imaginar el efecto de semejante bombardeo de noticias: incertidumbre, preocupación, angustia en la población, en especial, en tantos adultos mayores que pasan gran parte del día frente a la caja boba.
Fue en esos días que, a la hora del almuerzo, sonó el portero en la casa de mi abuela. La Nonna nunca se llevó bien con la tecnología y, en lo que a este mecanismo eléctrico respecta, siempre se las arregla para no entender a quienes llaman ni para hacerse entender cuando responde.
Ese día lo único que oyó fue: “...del laboratorio.” E inmediatamente el terror la paralizó como a aquellos ciudadanos del norte. Era tal la sugestión que tenía por tanta carta con ántrax que veía en los noticieros y demás programas que al oír al empleado postal creyó en un inminente atentado. Decidida a rechazar a ese emisario fundamentalista, lanzó una descarga de vituperios ininteligibles a través del portero, repitiendo con tozudez: “¡Váyase, váyase! ¡Non queremo´ nada de ningún labboratorio!”
Pero entonces advirtió que el perro ladraba en el patio interno de la planta baja y conjeturó que el terrorista habría tocado también el timbre de mi casa. Y, sin dudar, se precipitó al balcón, mientras se agarraba la cabeza, para intentar advertirnos que no abriéramos la puerta ya que seguramente se trataba de un ataque con “Ántrase”.
Mi padre ya había salido por el pasillo para atender al cartero; el perro los aturdía con su voz de trueno. Pero la Nonna se desgañitaba para imponerse, y por instantes lo lograba: “¡Non sálgano, que es el Ántrase!” A esa altura, mi madre gritaba desde la cocina para acallar a la madre y al perro. Los italianos, en especial del sur, sólo parecen poder comunicarse utilizando un monotono: el alto.
A todo esto, el Nonno, sentado a la mesa, terminaba de comer la fruta. Más bien parco, el polo opuesto de su esposa, siguió con atención los acontecimientos y cuando vio un resquicio en la gritería se acercó al balcón con la misma parsimonia con que había pelado la manzana y le comentó a la Nonna: “¿Oh Tara, no serán los del laboratorio que me traen l´insulina?”
Y de pronto a la Nonna se le corrió el velo y cayó en la cuenta...demasiada televisión; se había dejado llevar; después de todo Estados Unidos estaba muy lejos; era poco probable que Bin Laden nos tuviera en el listado de sus enemigos. Estábamos a salvo de todo, ¡excepto del papelón!
En un vano intento por corregir el rumbo de la situación, la Nonna se apresuró a los tropezones hasta el portero: “¡Señore cartero, espere, espere que ya bajo!” Pero era demasiado tarde: el perro todavía gruñía con los pelos de punta, mi madre resignada y sonrojada había empezado a lavar los platos y mi padre entraba de vuelta con los frasquitos de insulina humana que el laboratorio B. entregaba por una promoción. Ya el cartero se había alejado en su bicicleta para seguir con el reparto, se me hace que, con una sonrisa en los labios, porque entre miles de anécdotas quizás nunca haya imaginado que lo confundirían con un miembro de Al.Qaeda.
sábado, 3 de febrero de 2007
Nombre, religión e imagen
Che rera ña Francisca Narcisa Dorotea de Fortuna, pero me llaman ña Pancha, nomás. Güelta güelta me vengo de visita en la parroquia María Auxiliadora de Lomas. Porque yo soy católica apostólica curuzucuateña, ch´amigo! Llevo colgao un taí de yacaré - un di-ente de yacaré - que heredé de mis antesapado´ los guaraníes. Y también llevo un crufisijo que es herencia de los hermanos jesu-itas.
En esta joto verán que yo antes era rubia y lacia - mi-entras que aura soy más bien escura y enrulaa. No viá negar mi coquetería femenina, pero sepan que lo importante no es lo di ajuera!
En esta joto verán que yo antes era rubia y lacia - mi-entras que aura soy más bien escura y enrulaa. No viá negar mi coquetería femenina, pero sepan que lo importante no es lo di ajuera!
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