A la comunidad argentina en “la diáspora”.

A todos aquellos que partieron un día, huyendo de las crisis o en pos de un sueño. A quienes añoran algún rincón de nuestro suelo. A quienes dejaron atrás familiares y amigos. Les entrego este puñado de cuentos con la esperanza de que les sirvan como maná para el espíritu, de que se sientan identificados con algunos de los relatos y de que compartan conmigo sus comentarios y sus propias anécdotas para convertirlas en nuevas historias.

domingo, 21 de enero de 2007

Publicaciones

Decía el padre Martín Descalzo que “una buena sonrisa es más un arte que una herencia. Es algo que hay que construir, pacientemente, laboriosamente.

¿Con qué? Con equilibrio interior, con paz en el alma, con un amor sin fronteras. La gente que ama mucho sonríe fácilmente. Porque la sonrisa es, ante todo, una gran fidelidad interior a sí mismos. Un amargado jamás sabrá sonreír. Menos un orgulloso.”

Y sin duda que la primera sonrisa compasiva debiera brotar al mirarnos a nosotros mismos, nuestros defectos, nuestras debilidades, para limpiar esas lacras del espíritu de las que habla Martín Descalzo.


Mi familia y otros bárbaros y Mis vecinos y otros bárbaros quieren realizar un humilde aporte en este sentido. Los relatos están poblados de personajes a la mayoría de los cuales se les puede adjudicar cierto grado de “barbarie”, pero el título también hace referencia a otras acepciones del término “bárbaro”, a la exaltación de bondades de algunos de los protagonistas y a lo increíble de algunas situaciones.

Además, hay lugar para la nostalgia. No el aferrarse obsesivamente al pasado; sí el rescatar dulces recuerdos de tiempos vividos.

Con el mismo fin nació doña Pancha, una correntina curuzucuateña que recorre ciertos lugares del conurbano bonaerense con su mochila de experiencias a cuestas. Ella elige visitar a personas con hambre espiritual y afectiva, que suelen ser entusiastas receptores de sus disparatados relatos y pícaras canciones. Trata temas cotidianos: familia, educación, naturaleza, supersticiones, religión, discapacidad, por nombrar algunos. Y no es difícil sentir la profundidad subyacente en su límpida simpleza.

Tanto los libros como el personaje intentan ayudar a aquellos que desean construir, paciente y laboriosamente, alcanzar un poquito de paz en el alma o, aunque más no sea, esbozar una sonrisa.



3 comentarios:

pati dijo...

Buena suerte en la blogósfera, Fernando :D

Anónimo dijo...

Fer, muy bueno tu blog y tus cuentos!! Dios te bendiga ricamente

Anónimo dijo...

Buenísimo Fernando!! YA leímos los 2 libros. !
Los Marplatenses esperamos el 3ro!!!
Moira